Baselworld 2019: Pasos conscientes

En opinión de Israel Ortega, editor in chief para México y América Latina, de Revolution, en Baselworld 2019 no hubo visos de alguna nueva ola en la relojería, sin embargo, la feria comprobó un año más su relevancia. Los cambios para 2020 podrían incluir reducción de días.

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Baselworld | Impression

Opinión / Israel Ortega

Basilea, Suiza. Este martes 26 finalizó una edición más del Baselworld. Lo primero que se me ocurre pensar tras el fatigante suceso es: “misión cumplida; ¿qué sigue?”. Entiéndase: Baselworld me gustó y lo disfruté y, espero, usted también lo hará a través de nuestras coberturas en nuestras plataformas a lo largo de las siguientes semanas.

En lo particular, los días finales de Baselworld 2019 nos entregaron el encuentro personal con algunas de las novedades principales del salón, entre las que se encuentran varias creaciones de Patek Philippe —cero sorpresas aquí—, el novedoso Zenith El Primero de muy alta frecuencia y el excelente horario mundial de Porsche Design, que se suman a una serie de novedades que combinaban, en lo general, gran valor y consistencia en sus propuestas.

Ninguna nueva ola

En lo general, hablar de tendencias puede ser tan sencillo o complejo como usted lo determine. En lo que a mí concierne, no aprecié alguna nueva ola en particular. El gusto por las creaciones ultradelgadas ya tiene varios años viviendo una época de auge, de la mano de Bvlgari (y siempre con Piaget). Los nuevos relojes de diámetros reducidos (menos de 40 milímetros) son una fuerza importante en el sector, que cada vez se aleja más de los diámetros exagerados. Por ahí escuché una que otra mención de relojes unisex, pero tampoco me parece muy nuevo, como tampoco es nuevo el tema de los relojes con cajas grabadas. Eso sí: vi una descomunal cantidad de relojes con carátulas verdes —más que en los últimos dos años—y, notablemente, no vi uno que no funcionara.

En materia de producto relojero, Baselworld no defraudó a quienes supimos ir más allá de las grandes exhibiciones, y fuera del centro Messe Basel.

A pesar de las críticas y comentarios, salones como Baselworld necesitan existir. Estará en sus organizaciones encontrar las mejoras y complementos necesarios para mantener alta su relevancia y valor como centros neurálgicos del comercio relojero.

El cambio que viene

Este año, el cambio fue muy ligero, tendiente hacia la mejora. Para 2020, el reto será mayor, toda vez que correrá de manera consecutiva con el Salón de Ginebra (SIHH) en el corazón de la primavera helvética. Y ahí estaremos, como también estarán los agoreros del infierno. Tal vez Baselworld no se extienda por seis días —que fueron los que yo le dediqué al salón—; pero quizá tres o cuatro basten para mantenerlo ágil y relevante. La última palabra la tienen las marcas y es a ellas a quienes hemos de poner atención, siempre, con salones o sin ellos.

Constantemente me topaba con la pregunta “¿cómo ves el salón?”, a lo que solía responder “bien, algo más transitable porque hay menos gente y casas expositoras, pero yo lo estoy disfrutando mucho”.

La coincidencia en la opinión era más o menos general y no pocas marcas expresaron su satisfacción por este renovado Baselworld. Y de nuevo, me sumo a la idea. El salón funciona si uno se enfoca en la misión propuesta: ver y conocer cuantas marcas y modelos de relojes sea posible en unos cuantos días.

Aquí ocurre todo

El resto, debería ser intrascendente: que si los hoteles y la comida siguen caros como siempre, que si el transporte público no se ofrece de cortesía, que si “está el ambiente triste” y otras vaciladas. Estamos en Suiza porque aquí ocurre todo en materia horológica. Eso no debería cambiar y deberemos ver el futuro de Baselworld y SIHH siempre con un optimismo informado. Porque Suiza no va a cambiar por nosotros. ¿Eso nos hará desistir de nuestro gusto por la relojería? No creo.