La colección Black Bay: el alma naval de Tudor

Celebramos la colección Black Bay, de Tudor, una serie de relojes de submarinismo que ha acompañado a las fuerzas navales más poderosas del mundo.

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Hoy en día, la colección Black Bay, de Tudor, incluye muchas referencias cuya estética refleja el legado naval de la marca: desde modelos inspirados en famosos relojes de submarinismo hasta aquellos que presentan elementos alegóricos sobre el mar.

La relación entre Tudor y el mar se remonta a 1954, cuando Tudor presentó la referencia 7922, su primer reloj de submarinismo, que fue uno de los primeros instrumentos profesionales destinados específicamente a esta disciplina. Su tecnología y precio asequible hicieron que esta pieza se convirtiera en la opción ideal para cualquier organización dedicada a la exploración marina.

Una de ellas fue la Marina Nacional francesa, que contactó a Tudor en 1956 para evaluar qué modelos de la marca podían equipar a sus nadadores de combate. A partir de ese momento y por más de cincuenta años, los submarinistas de las mayores fuerzas navales del mundo han lucido relojes Tudor en sus muñecas.

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Black Bay Fifty-Eight ‘Navy Blue’

A mediados de la década de 1970 la Marina Francesa optó por un Tudor en color azul con las inscripciones «M.N.» más los dos últimos dígitos del año de producción grabadas en el fondo de la caja, este modelo apodado «Tudor MN», se hizo rápidamente popular entre coleccionistas. Son precisamente estos relojes los que toma como referencia el Black Bay Fifty-Eight «Navy Blue». Además del color azul marino mate de su dial y bisel, este modelo también adopta las proporciones de aquella generación de relojes.

El diámetro de 39 milímetros resulta ideal para muñecas estrechas. Su configuración con correa de tela, también en color azul marino y tejida en Francia representa una clara evocación visual de los famosos relojes «Tudor MN».

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Black Bay P01: El espíritu del prototipo.

La relojería atravesaba por un gran impulso creativo en la década de 1960, y el proyecto «Commando» es el mejor ejemplo de ello.

En 1967, Tudor, que había suministrado relojes de submarinismo a la Marina de los Estados Unidos desde la segunda mitad de los años 50, comenzó a desarrollar un modelo técnico para reemplazar el Oyster Prince Submariner, referencia 7928, que se distribuía en aquel momento.

El nuevo reloj tenía que cumplir con una serie de especificaciones fijadas por el gobierno estadounidense e incorporar los resultados de las últimas investigaciones sobre funcionalidad y ergonomía llevadas a cabo por los ingenieros de la marca.

Se puso en marcha una fase de desarrollo, que resultó en la producción de algunos prototipos, así como la patente de una función nunca vista hasta entonces. Este proyecto, cuyo nombre en código era «Commando», estaba en perfecta sintonía con el espíritu de la época.

El modelo Black Bay P01, que significa «Prototipo 1», se inspira directamente en un prototipo que fue desarrollado en ese estudio y que se conserva en los archivos de Tudor. Medio siglo después, esta serie presenta un aspecto funcional único, que refleja la importancia otorgada a la funcionalidad y la innovación frente a los aspectos estéticos que estaban de moda en la relojería la época.

El Black Bay P01 cuenta con una corona a las 4 horas y las cubiertas de los orificios laterales del modelo de la década de 1960.

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Una inmersión en los años 50.

El Black Bay Fifty-Eight es probablemente el reloj Tudor que más se acerca estéticamente a los primeros relojes de submarinismo de la marca, gracias a sus proporciones, líneas generales, toques de oro en el dial y triángulo rojo en el bisel giratorio.

El Black Bay Fifty-Eight reinterpreta la estética de los comienzos del buceo autónomo. En su configuración con correa de tela, recuerda la costumbre de los submarinistas de las fuerzas armadas de usar en sus relojes diferentes tipos de correas o cintas que en ocasiones se toman prestadas de otro equipamiento de campo.

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Black Bay Bronze: Una celebración a la vida en el mar.

El modelo Black Bay Bronze no alude a ningún reloj concreto de Tudor. En su lugar, presenta características estéticas alusivas a la vida en el mar y evoca anécdotas que reflejan la forma en la que diferentes generaciones de navegantes han usado un Tudor en su muñeca.

La correa de tela rememora un incidente en el que un miembro de la unidad de submarinistas de la Marina francesa quedó momentáneamente colgado de la puerta del avión por la correa de tela de su reloj; el grupo decidió producir sus propios brazaletes, más flexibles, con correas elásticas que reciclaban del sistema de apertura de emergencia de los paracaídas de rescate de la época. Esta correa presentaba una raya central amarilla que se puede encontrar en la actualidad en el Black Bay Bronze.

Para la caja de este modelo se utilizó una aleación de bronce y aluminio de alto rendimiento común en la ingeniería naval. Este metal adquiere con el tiempo una pátina única y sutil que refleja el estilo de vida del propietario.

El efecto visual general es el de un objeto patinado que podría haber dominado durante años los siete mares en la muñeca de un navegante.

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