Popular como siempre fue, a la camioneta BMW X3 le faltaba algo; se quedaba corta en ciertos rubros que la dejaban en una posición de debilidad frente a la competencia internacional. A estos niveles, no se trata de un tema de precio, ni de lujo forzado y sistemático alcanzado mediante el uso de materiales y recursos limitados modelos de alta gama, ni de desempeño puro, entendido como meras cifras de potencia, aceleración o consumo. Naturalmente, el reto de todo y de todos es ir hacia delante y arriba; mejorar uno para mejorar el entorno. Y el negocio mismo, duro como es, obliga a seguir caminos de innovación. Esa senda es una que, al final, nos lleva a la nueva BMW X3 2018, pero ya hablaremos de ella más adelante.
De eso se trata un BMW: del todo que ofrece. Y, por eso, mismo, los modelos que no se presentan a la altura debida —y esperada—, son fácilmente detectables. Y luego, lapidados.
De la BMW X3 no se discute su perenne modernidad de líneas, ni la paulatina aplicación de tecnologías, particularmente en el ámbito de un consumo eficiente. Simplemente, la X3 en sus primeros años se sentía como una pequeña camioneta más, sí, lujosa, pero sin una propuesta confiada —y, a veces, ni a la altura exigida— del resto de la gama bávara. No hablemos de la primera generación, aquella lanzada en 2003 que, tras la X5, fue el segundo capítulo en la saga de los Vehículos de Actividad Deportiva (SAV, como BMW denomina desde 2000 a sus autos X). Ese era un vehículo a medio cocinar, crudo en fondo y forma que continuó con relativo éxito la carrera de su hermana mayor.
La segunda generación de la X3 dio un salto cuántico, si se le compara con su predecesora. En virtud a su relativo éxito (y exigencia que le acompaña), trasladó su producción de Graz, Austria, a Spartanburg, Carolina del Sur, donde hoy se producen los cientos de miles de automotores BMW X. La aplicación de las mejores tecnologías del momento la mejoró unos cuantos escalones y, en apariencia, resolvió las inconsistencias e insuficiencias pasadas, pero la competencia no se durmió en sus laureles y, nuevamente, X3 alcanzó una nota de “incompleto”. Los ámbitos de funcionalidad, terminados y desempeño general sacaron, de nuevo, calificaciones promedio.
La BMW X3 2018 hizo suyos varios capítulos de alta tecnología que recientemente vimos en modelos como las Series 7 y 5. Este predecible hecho no es menor, especialmente porque es formidable ver cómo nuevas tecnologías en materia de seguridad en la conducción —precursoras del manejo autónomo que ya comenzamos a ver por doquier— alcanzan ya a los modelos de mayores volúmenes de venta. No olvidemos que X3 es uno de los modelos más vendidos de BMW a nivel mundial, por lo que ver que ya está tecnológicamente a la altura de la apabullaste Serie 7 es bienvenido.
Entre los incontables juguetes de seguridad preventiva, predictiva y correctiva —anclados por el sistema Personal CoPilot— encontramos elementos que se establecen como los mínimos a hallar: control de velocidad automático con frenado y variación de velocidad (Active Cruise Control); corrector de abandono de carril, una batería de cámaras de proximidad y hasta el sistema de aparcamiento en lugares confinados, todo lo anterior parte del sistema Driving Assistant Plus.
BMW X3 2018 EN ACCIÓN
Durante nuestro contacto de alrededor de 800 kilómetros con la BMW X3 2018, sobre caminos del centro de México, nos encontramos un vehículo de genuino alto desempeño, alegre, rápido y de pisada segura. La marcha es razonablemente confortable en todo momento. Pero más allá de la compleja suspensión y amortiguación (para X3, BMW ofrece la opción de suspensiones autoadaptables), esto se debe principalmente a la mayor distancia entre ejes (y tamaño general) en comparación con la X3 anterior. El comportamiento general es notable.
El aumento en el tamaño de BMW X3 2018 no sólo ayudó a mejorar la comodidad en el interior; también trabajó en pro del manejo. En comparación con el modelo previo (472.6 cm contra 466.3 de longitud total; 286.5 cm contra 280.9 en distancia entre ejes), el agrandamiento ayudó a optimizar el reparto de pesos —BMW anuncia un perfecto y característico 50/50—. El resultado es una condición estable, donde la precisa dirección y su buen nivel de resistencia en el giro la apunta donde queremos.
Del motor de seis cilindros en línea TwinPower turbo (ojo: no es biturbo; es un solo compresor que empuja los gases de escape a través de un doble seccionamiento del flujo en el múltiple de salida) solo puede decirse que es un motor M hecho y derecho. Es incansablemente flexible y poderoso. Sus 355 caballos y 370 lb-ft (según la norma estadounidense SAE) son sumamente elocuentes.
Es tan capaz, que no es problema hacer rebases cómodos en marchas altas y de mantener bien controlado el gasto de gasolina. La caja automática de ocho relaciones es fugaz en su operación y los diversos programas de manejo afinan sus reacciones para alterar el desempeño. Empero, en la modalidad más agresiva, el vehículo deja de ser sutil y arremete de manera brusca con cambios veloces, pero más perceptibles.
El último elemento que redondea el gran desempeño de X3 es su diseño. Gusten o no sus líneas agresivas y la prominente sección frontal, los estilistas de Múnich lograron conferirle a la camioneta un coeficiente aerodinámico de solo 0.29 (cualquier cosa debajo de 0.30 es casi espacial). Esto soporta un manejo más afianzado y perceptiblemente más silencioso. Sumado a la mencionada distribución de masas ideal y un peso más reducido (en torno a los 1,800 kilos), le confiere a la X3 M40i genuinas credenciales de alto dinamismo.
El apartado off road no es algo que realmente nos preocupe de un vehículo familiar de BMW, pero hemos de decir que sus cualidades están sobradas para cualquier circunstancia de conducción razonable por caminos agrestes. El sistema de tracción integral inteligente no requiere de una perilla central en la consola ni de esquemas ni modalidades preprogramadas. La aplicación selectiva de torque (entre los ejes y a cada rueda) y frenos se encargan de darle una rodada segura cuesta arriba y cuesta abajo; en vadeos acuosos, terracerías o empedrados; y todo aún con los neumáticos y ruedas de alto desempeño de 21 pulgadas como los que portaba la versión M40i.
El lujo de la BMW X3 2018 es redondeado por muy mejorados materiales suaves en el interior, con nuevas cubiertas de piel Vernasca. El tamaño aumentado no afecta la prominencia del vehículo, ni su maniobrabilidad. La visibilidad es muy buena (asistida por las cámaras a bajas velocidades). Destaco la posición de manejo y el asiento multiconfigurable que es el ancla de toda experiencia de manejo. El diseño interior lo siento rebuscado por momentos pero solo algunas funciones secundarias se ven envueltas en esa confusión visual.
Un sinfín de lujos y conveniencias de conectividad y control, rematados por un correctísimo equipo de sonido Harman Kardon y control de clima tri-zona, redondea el paquete de alto desempeño. En este sentido, una breve prueba de manejo es insuficiente para apreciar todas estas pequeñas maravillas tecnológicas, pero confíe en mí: estaban ahí y funcionan. Por ejemplo, el control por medio de gestos es una curiosidad que exige de algo de costumbre por parte del usuario (y de mayor afinación por parte de BMW). La DisplayKey y el Remote 3D View son artilugios de conveniencia tan fascinantes como efectivos.
Este camino de responder todas las preguntas, hasta las que aún no se han hecho, es la ruta de innovación obsesiva que siguen todas las marcas de coches. Con la nueva e impresionante X3 M40i, es grato ver cómo BMW se mantiene firme y rápido en su carrera.
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