El universo de un grande: Louis Moinet

Nada como una visita al taller de Louis Moinet, en las afueras de Neuchâtel, para reforzar la apreciación de los valores que dan vida a esta firma.

LOUIS MOINET

Hace unas semanas, pasé una deliciosa temporada en Suiza para efectuar algunas encomiendas profesionales, centradas en experimentar —y disfrutar— diferentes filosofías relojeras a través de visitas a sus instalaciones.

Es en el encuentro con las casas indepen­dientes y de menor tamaño donde es posible disfrutar de una absoluta inmersión en los valores y pensamientos de una marca; de realmente conocer sus motivaciones y forta­lezas. Si bien los grandes y enormes consor­cios y marcas dominan y llevan las riendas la industria relojera, es con los creadores independientes que nos asomamos al alma verdadera de lo que fue la relojería en sus albores, hace medio milenio.

Pasión

Si hay una fuerza que impulsa la relojería independiente, me atrevo a señalar que es la pasión de su gente. Esa fuerza interior que nos impulsa a buscar y cuidar de lo que queremos y es importante para nosotros, es la sustancia que da vida a los Preziuzos, Journes, Voutilainens y Grönefelds de hoy, y la que impulsó a los Breguets, Langes, LeCoultres y Moinets de ayer.

En esos dos conjuntos hay una interesante intersección: la de las marcas independientes de hoy que rinden correcto tributo el pasado. Uno de los mejores ejemplos es Louis Moinet.

Louis Moinet (1768-1853) fue un es­tudioso académico y relojero francés que compartió época con un tal Abraham-Louis Breguet. Desde joven, Moinet mostró afini­dad por la ciencia, la mecánica y la relojería, factores que le indicaron el rumbo profesio­nal que seguiría. Su brillantez le convirtió en una suerte de mano derecha de Breguet.

Moinet vivió una fructífera carrera, resal­tada por sus invenciones. Sus relojes de repisa y escritorio son muy famosos en el mundo (más adelante hablo un poco más de ellos); igual­mente, Moinet escribió el Traite d´Horlogerie (tratado de relojería, dos volúmenes que explican las técnicas relojeras más avanzadas) y, bueno, ya sabemos que se le considera el inventor del cronógrafo, allá por 1816.

El regreso

Esta rica historia es la que motivó a Jean- Marie Schaller, CEO de Louis Moinet, a traer de vuelta el nombre del maestro Moinet a la relojería contemporánea, para rendir un apropiado tributo a su legado.

Atelier Louis Moinet fue fundada por Schaller en 2004 en Saint-Blaise, poblado adyacente a Neuchâtel, con la finalidad de perpetuar su legado y traer sus enseñanzas al nuevo milenio. Ya sabe usted que la firma se especializa en piezas de elevada complicación, extremo terminado artesanal y emisión muy limitada. A pesar de construir apenas unos cientos de piezas por año, el catálogo de Louis Moinet cada año se ve enriquecido de piezas muy especiales. Apenas este año conocimos piezas como Skylink, un homenaje a Alexei Leonov, uno de los protagonistas de la misión Apollo-Soyuz; y Ultravox, un tremendo repetidor de minutos pasivo. La riqueza de ideas parece no tener fin y motiva a Jean-Marie a continuar el encumbramiento del nombre Louis Moinet.

LOUIS MOINET

Taller de arte

En la Rue de Temple de Saint-Blaise se yergue el edificio que alberga a Louis Moinet y equipo. Como ocurre en la industria, el espacio es discreto y apenas identificado.

A espaldas del taller se ubica una galería con piezas y reproducciones de sus relojes y contadores. Asimismo, sus libros históricos sobre relojería ocupan un lugar de privilegio.

Pero la historia no termina de contarse ahí: en el edificio principal, oculta cerca de la entrada, se encuentra la Cabinet du temps (el gabinete del tiempo), una pequeña habitación que contiene los relojes de mesa y repisa creados por Moinet. Estas piezas no solo son importantes por su belleza, sino por su clientela: Napoleón, el zar Alexander I y los presidentes estadounidenses Thomas Jefferson y James Monroe, entre otras figuras. Si bien muchos Moinets originales moran en museos, galerías y la misma Casa Blanca, en la pequeña Cabinet de Saint-Blaise pueden disfrutarse más de una veintena de estas doradas y muy técnicas piezas de arte.

LOUIS MOINET

Semana especial

La semana que visité Louis Moinet, la firma celebró un hito más en su historia. Esa semana, Jean-Marie logró una más de sus metas para honrar el legado de Moinet: nombrar una calle en Bourges, ciudad natal de Moinet ubicada en el centro de Francia, en su honor. De este modo, el 21 de junio pasado quedó establecida la calle Impasse Louis Moinet. La elección de la fecha no fue casual. Su coincidencia con el solsticio de verano alude al experto conocimiento que el relojero francés tenía sobre la astronomía, tal y como numerosos relojes de la actualidad nos lo recuerdan.

Con motivo de la inauguración de la calle, Schaller comentó: “mi cometido es honrar la memoria de Louis Moinet, mediante el recorrido de las etapas de su vida de un lugar a otro y de un año a otro […] nombrar la calle cercana al lugar donde él nació es una manera especial de restaurar el legado de su pueblo natal en el corazón del legado relojero”.

El emotivo suceso coincidió con el 250 aniversario del nacimiento de Moinet. Así, queda manifestada una historia que comenzó a escribirse inadvertidamente hace un cuarto de milenio, pero que ha cobrado relevancia y reconocimiento en los últimos catorce años gracias a la pasión de nuestro amigo Jean-Marie Schaller y al éxito de la inspirada relojería de Louis Moinet.

¿Quieres disfrutar de todo el contenido de la edición impresa?

Suscríbete aquí.