Este es el Girard-Perregaux Quasar Light

Girard-Perregaux lleva la brillantez y tenacidad del zafiro a la moderna arquitectura horológica de su concepto Neo-Bridges.

Girard-Perregaux

Tras una larga y rica historia, los tradicionales (e icónicos) Tres Puentes Dorados de Girard-Perregaux han alcanzado un fascinante futuro… el verano del año 2020. El resultado es el Quasar Light. Es difícil imaginar un material de caja más “actual” que el zafiro cristalino y ultraduro (excepto, posiblemente algo extraño construido en 3D), y la combinación con el diseño de movimiento tradicional de Girard-Perregaux es sorprendentemente moderna. 

Antes de caminar hacia la luz, ¿qué tal si hablamos de movimientos? Si los “Puentes Dorados” de Girard-Perregaux —un diseño nacido en el siglo XIX— miran al rico pasado de la relojería—, los Neo-Bridges (neo-puentes, si gusta) —introducidos por primera vez en el Neo-Tourbillon de 2014—, tiene que ver enteramente con el futuro. Los Neo-Bridges se inspiran menos en el micro-mundo de la ingeniería de la relojería y más en los monumentos arrolladores y brutales de arquitectos como Oscar Niemeyer. Típicamente vistos en titanio en color negro mate, estos puentes permiten una toma limpia del movimiento, así como una agradable simetría de propósito, con los puentes que llevan el barrilete (aquí en deslumbrante rutenio), la rueda central y el torbellino de 60 segundos en el eje vertical nítido. Así fue con los Tres Puentes originales que concibió Constant Girard hace siglo y medio y así es con los Neo-Bridges de la nueva G-P.

Pero lo que realmente hace que estos nuevos “arcos aéreos” se destaquen —de hecho, Girard-Perregaux en verdad los llama Aerial Neo-Bridges— es el hecho de que, así como la caja del Quasar, aquí están meticulosamente hechos de zafiro, una evolución del Quasar de zafiro original con movimiento metálico que conocimos hace unos meses. Mientras que ese fue un ejercicio de contraste aireado, el Quasar Light es un ejercicio de claridad y translucidez.

Aunque lo que nos convence es la apertura del movimiento, detalles como el barrilete de rutenio y el juego de manecillas caladas de oro blanco hacen del interior de este reloj un ejercicio de reflexión y refracción. La lectura de la hora no es inmediata, pero eso jamás será lo más importante en un reloj tan artístico como el Quasar Tourbillon.

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Y aunque los puentes de zafiro son la novedad aquí, vale la pena no pasar por alto la magnificencia de la caja de cristal. El gran claustro redondo de 46 mm ha sido minuciosamente esculpido a partir de una pieza del material, un proceso que requiere más de 200 horas de esfuerzo. Y aunque las cajas de relojes construidas zafiro son ya un poco más comunes de lo que fueron alguna vez, todavía tienen mucho impacto. 

Eso es precisamente este Quasar Tourbillon de Girard-Perregaux: una declaración de arte relojero de primer orden. De alguna manera, la podemos entender como el rico pasado y el brillante futuro de Girard-Perregaux, todo ello en una brillante pieza de cristal. El Quasar Tourbillon está limitado a solo 18 ejemplares.

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