Texto original de Ken Kessler
Cada década está marcada por un modelo de reloj de pulsera, los 40 vieron el ascenso de los relojes militares, mientras que en los 60 el cronógrafo automático tuvo gran impacto. Sin embargo, en mi opinión, la década más importante fueron los años 20, ya que es ahí donde el reloj de pulsera alcanzó una masa crítica.
En los 20 el automóvil dejó de ser curiosidad, el Art Nouveau había reemplazado al Art Deco, llegaron las películas con sonido y Bugatti construyó el auto de carreras más exitoso y estéticamente perfecto de todos los tiempos: el Type 35B.

Horológicamente fue la década de la evolución del reloj de pulsera moderno: Cartier produjo un modelo para el aviador Santos-Dumont, se agregaron correas a los pequeños relojes de bolsillo para que fueran más convenientes para los soldados, y en 1918, Cartier lanzó el Tank.
La avalancha de relojes de mujer se adaptó a la liberación de la época, y las “flappers” (el equivalente de la época a las feministas de hoy) usaron diminutos relojes con el mismo aplomo elegante que las chicas de hoy usan Royal Oaks.

Cambios en el desarrollo de un reloj
En el frente técnico, el cambio de juego más importante e impactante fue el hecho por el relojero inglés John Harwood, que creó el primer reloj práctico y viable de cuerda automática. Fue patentado en 1924 y es la base de todos los movimientos automáticos con peso oscilante.

La última locura antes de terminar la década fue cuando el reloj de pulsera obtuvo su sello de aprobación final al dar un salto a la gran pantalla, cuando el actor Rudolph Valentino insistió en usar su atesorado Tank, de Cartier, durante cada escena de la película ‘El hijo del jeque’.


¿No es suficiente? Un año después, Mercedes Gleitze llegó a todas las portadas cuando nadó en el Canal de la Mancha con un Oyster, de Rolex.


