Rolex y F1 dan evento espectacular

Dos entidades globales aparentemente no relacionadas colaboran en una alianza de un modo que unen prestigio y estatus, en un evento de autos de talla internacional, en Singapur.

A principios de 2013, vi con interés cuando se anunció que Rolex se convertiría en Socio Global y en el Reloj Oficial de Fórmula 1. En ese momento, la noticia me impactó profundamente, ya que era un fan de Rolex y de F1.

Los equipos de F1 tienen marcas de relojes como socios ocasionales, pero Rolex, que sin duda no es una simple marca de relojes, procedió de manera diferente: la formación de una sociedad con la totalidad de la propia serie de carreras de la gran categoría.

Esto era algo que nunca se había hecho, y momentos después de reflexionar sobre ello, se me ocurrió que era el matrimonio perfecto. Para mayor evidencia de cómo una asociación de este tipo parece tan correcta, sólo hay que recordar los 50 años de historia del automovilismo encarnado en el icónico Rolex Cosmograph Daytona.

Muy pronto después de que se hizo el anuncio, la famosa corona de Rolex comenzó a aparecer sobre el verde icónico de la marca en las carreras de F1.

Este cambio en la apariencia visual de la F1, ahora dominada por el tranquilo color verde de Rolex, transmitió una sensación de que algo especial había ocurrido.

Ahora, como invitado, estaba ansioso de ver lo que sería la experiencia en la F1 por cortesía de Rolex. El acceso en una carrera de Fórmula 1, por supuesto, está estrictamente controlado, y la razón principal de esto es, como era de esperarse, la seguridad de todos.

Como invitados especiales de la marca, se nos prometió un acceso sin igual a las áreas de la carrera que, en general, se encuentran fuera del alcance del público. El privilegio de pisar zonas limitadas a sólo unos cuantos fue lo que más me entusiasmó.

El sábado, día de la clasificación, nos encontramos con Tom Kristensen, embajador de Rolex y piloto veterano, ganador en nueve oportunidades en Le Mans con el equipo Audi, quien sería nuestro guía en un recorrido muy especial en el corazón de la F1.

Nuestra primera parada fue en un edificio especial donde se llevaba el control de la carrera y que albergaba las funciones administrativas de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), desde donde toda la carrera sería supervisada, controlada e iniciada. Los bancos de monitores con al menos 20 personas estaban allí, cada uno con una función particular.

Contiguo a éste se encontraba el mítico salón de los jueces, una habitación que había visto por televisión y en donde se tomaban las decisiones importantes durante la carrera.

A continuación hubo un recorrido por el International Broadcast Centre, una gran estructura independiente al lado de las suites de alojamiento, y lo que era, en mi opinión, la razón del éxito de la  1. La Fórmula 1 tiene un nivel de cobertura televisiva diferente a cualquier otro evento deportivo. En este caso, el impulso por mejorar es tan riguroso como el que los propios equipos emprenden con sus autos.

Después de eso nos trasladamos para ver el departamento de verificaciones técnicas de la FIA, un garaje donde todos los autos se verifican de acuerdo con la regulación antes de que se les permita salir a la pista.

Aquí, deben seguirse las normas estrictamente, no sólo en el peso de los automóviles, sino también en las dimensiones de las partes aerodinámicas. De hecho, fue un espectáculo para la vista cuando se llevaron los coches uno por uno para subirlos a la máquina de pesaje por los ingenieros de los distintos equipos.

Con eso, mi gira llegó a su fin, y si esto fuera todo lo que llegué a ver, estaría felizmente satisfecho. Después de todo, nadie que conociera personalmente que hubiera asistido a una carrera de F1 por invitación especial, había visto una décima parte de lo que había visto hoy.

Ya en la pista, la calificación había terminado con Sebastian Vettel, de Ferrari, en primer lugar; Daniel Ricciardo, de Red Bull, en segundo; y Kimi Raikkonen, también de Ferrari, en tercero. Enseguida, nos llevaron a la sala de prensa, donde se llevaron a cabo las acostumbradas entrevistas, y en donde pudimos hacer algunas preguntas a los pilotos.

 ¡Imaginen mi emoción al saber que una leyenda de la F1 y tricampeón mundial nos haría un recorrido… fue sencillamente surrealista!

Mientras nuestro grupo de periodistas rodeaba al campeón del mundo, nos codeamos con personas con las que había soñado reunirme: ex pilotos de F1 (Damon Hill, David Coulthard, Martin Brundle y Niki Lauda); celebridades; jefes de equipo, y Gerd Noack (presidente de la pista de karts de Kerpen, quien descubrió a Vettel, así como años antes a Michael Schumacher).

A medida que continuábamos con el recorrido, Stewart demostró ser una verdadera fuente de información. Después de todo, ha sido embajador de Rolex durante los últimos 47 años y ha estado involucrado con el automovilismo por lo menos esa cantidad de tiempo.

Cuando nos explicó los muchos funcionamientos intrincados de la línea de pits, una de las cosas interesantes que señaló fue la inmaculada limpieza de los garajes de F1, y cómo la longitud de las alfombras que van hacia los fosos era justo lo suficiente para lograr que los zapatos se limpiaran antes de llegar ahí.

Nos explicó que la basura debe tirarse inmediatamente y que cada herramienta debe tener su lugar, todo para mantener el ambiente de trabajo impecablemente limpio con el fin de minimizar los riesgos que podrían surgir.

En retrospectiva, hacer un recorrido por la línea de fosos con un campeón del mundo debe ser el punto culminante de mi ya excelente experiencia de este año en la F1.

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