Lo que tenemos aquí es lo que muchos de nosotros realmente queríamos. El Tissot PRX 35 mm Powermatic 80 siempre ha sido la estrella del espectáculo, rezumando una frescura retro que el 40 mm, a pesar de sus mejores intenciones, lucha por igualar. Obviamente, sin embargo, Tissot considera (y el mercado lo refleja) que ambos diámetros son lo suficientemente populares como para coexistir. Pero a la luz de la rabiosa acogida de estas dos incorporaciones básicas, ¿puede alguien discutir realmente dónde reside la magia?
A veces, algunas cosas simplemente quedan bien. Nadie recuerda a Joe Montana con la camiseta de los Chiefs, sino la de los 49ers. Por mucho talento que tuviera River Phoenix, cualquiera que no sea Harrison Ford en el papel icónico de Indiana Jones no encaja. Y por muchas melodías pegadizas que hayan producido a lo largo de los años, siempre que alguien piensa en Paul McCartney, piensa en los Beatles y no en Wings.
Por supuesto, habrá quien no esté de acuerdo. Cualquiera que viva en Missouri puede tener buenos recuerdos de Joe Cool vistiendo la camiseta roja y dorada para poner fin a su carrera. Para algunos, la interpretación más vulnerable de Phoenix del arqueólogo favorito de todos es superior a la de Ford. Y habrá quien crea que John simplemente frenaba a Paul…
Podemos masticar los méritos y deméritos de mis ejemplos culturales de arriba tanto como queramos, pero lo cierto es que el fenómeno de que un reloj sea mucho mejor en un diámetro que en otro (hasta el punto en que la valoración es lo más parecido a categórica que puede ser un tema subjetivo inevitable) no es nada nuevo.
Pongamos por caso el Rolex Datejust o el Day-Date. Ni siquiera voy a considerar la idea de que las variantes de 36 mm son algo más que lo mejor. Claro, puede que sus proporciones corporales le obliguen a decantarse por los diámetros más grandes, pero eso no significa que tenga que ignorar la realidad. El más pequeño es mejor, y yo diría que notablemente mejor.
Lo mismo podría decirse de prácticamente todos los modelos básicos de Nomos impulsados por el calibre alfa deportivo de subesfera de la marca. El Tangente, el Orion y el Ludwig de 35 mm, así como el Tetra de 27.5 mm, funcionan mejor que muchas de las variantes de mayor tamaño que utilizan el mismo movimiento porque se diseñaron en torno a las dimensiones de ese calibre.
Y a pesar de estos tres ejemplos, lo pequeño no siempre es mejor. Se trata de los propios relojes y de su carácter inherente. Estoy convencido de que el Czapek Antarctique es mejor en su diámetro original de 40 mm que en la versión posterior de 38 mm. También el concepto original del Omega Speedmaster es estéticamente más atractivo que la apiñada pantalla de su primo raro, el Speedmaster Reduced.
Lo que pensamos del Tissot PRX 35mm Powermatic 80
El proceso de diseño es algo curioso. En los últimos tiempos, la llegada de la inteligencia artificial ha cambiado quizás la forma en que pensamos sobre lo que realmente comprende.
Siempre solíamos decir que se trataba de un viaje y, por lo tanto, se sugería que los diseñadores revolucionarios abrían un camino no pisado hasta entonces hacia nuevos pastos. Era una metáfora pintoresca que parecía satisfacer incluso a las sensibilidades más estrictas de la época, pero el creciente número de relojes “homenaje” y el camino del diseño centrado en las indicaciones de la creación asistida por IA me han hecho reevaluarlo.
Tal vez, si nos atenemos a la analogía original, el diseñador no está recorriendo un camino completamente nuevo, sino ensamblando ese camino a partir de trozos de caminos que se han recorrido antes. En lugar de una aventura aleatoria hacia lo desconocido, se convierte en un ejercicio de edición (casi). En lugar de la bombilla de antes, se encienden muchas bombillas a la vez e iluminan una habitación que, cuando se ilumina correctamente, parece que siempre ha estado ahí, en lugar de ser algo nuevo.
Y ése me parece que es el objetivo. Crear algo que sea a la vez nuevo y conocido. Dar a luz algo completamente formado que parece haberse saltado su fase de desarrollo y ser el producto de una maduración invisible es algo cercano a la divinidad en esta esfera.
Claro que se puede coger esa máquina y hacerla de diferentes tamaños para satisfacer la demanda comercial. Pero ese conglomerado perfecto de momentos que dan como resultado algo que parece tallado a partir de la imaginación pura, en lugar de la integración inteligente de todas las imaginaciones que han ido antes, no puede ser superado.
En definitiva, el Tissot PRX 35mm Powermatic 80 es una de esas piezas mágicas. Tenerlo ahora en este exquisito (y versátil) azul hielo es una delicia. El modelo de oro es sin duda una pieza llamativa, que, en teoría, estoy a favor, pero me gustaría que Tissot se hubiera vuelto un poco loco y lo hubiera hecho en oro macizo de 18 quilates, con una esfera negra deliciosamente retro “John Player Special”. Tiene un aspecto estupendo tal y como está (aunque a algunos les puede echar para atrás el aspecto metálico del PVD), pero todavía existe la posibilidad de que Tissot se atreva con este concepto y nos ofrezca algo realmente extraordinario (aunque eso signifique que tengamos que cambiar el brazalete divino, por una correa de piel negra, para mantener el precio en consonancia con el resto del catálogo; no me importa, porque la riqueza del oro amarillo auténtico marcaría la diferencia).
En el interior de estos relojes de 35 mm (que miden 10.9 mm de grosor en la muñeca y 39.5 mm de tirante a tirante) se encuentra el movimiento Tissot Powermatic 80, un ETA C07.111 renovado, que es un miembro mejorado de la familia ETA 2824, con una reserva de marcha de 80 horas.
