WOLF: la historia del líder de la manada

Cuando la manufactura Británica se fue para abajo y las presiones económicas del Lejano Oriente amenazaron con terminar su negocio familiar de empaques de relojería y joyería luego de 183 años de antigüedad, Simon Wolf tuvo que pensar de forma innovadora.

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Para una industria que se vende a sí misma por tradición y herencia, sorprendentemente pocas marcas establecidas de relojes pueden presumir que aún son dirigidas por un descendiente directo de su fundador. Pero esto es exactamente lo que Simon Wolf puede proclamar de su epónima empresa.

El bisabuelo de Wolf, Philipp, estableció la compañía en 1834 en Hanau, un pequeño pueblo alemán que era –y aún es– conocido por la platería. Philipp Wolf comenzó a fabricar por necesidad cajas para guardar los dijes que estaba vendiendo. Al igual que otros artesanos comenzó a darle más importancia a las cajas y Philipp identificó un vacío en el mercado y así nació la compañía.

En 1897, el negoció se reubicó en Suecia después de que el hijo de Philipp –Philipp II– conoció, se enamoró y se casó con Ida Wilhelmina Teresa Peterson, quien radicaba en Malmo.

“En esa época hacían cajas armables planas básicas para los vendedores de platería, joyería y relojes”, dice Wolf, “se convirtieron en expertos y, a finales de los años 20, mi abuelo –Philipp III– abrió un taller usando el conocimiento y la experiencia de la familia para crear muchas nuevas cajas, todas producidas a mano o usando máquinas muy simples.

“Años más tarde fue de hecho mi abuelo quien inventó la tradicional caja de joyería para niños con una bailarina que se levanta. Aún hoy en día, la bisagra de grapa usada en cada una de estas es la que él desarrolló”.

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Llegado su momento, el padre de Wolf, Philip IV tomó el mando, moviendo el negocio al Reino Unido cuando al estar de vacaciones en Inglaterra conoció a una chica en una fiesta y una semana más tarde se casó con ella.

“Ella estaba impresionada porque él era sueco, tocaba la guitarra y estaba usando zapatos blancos”, se ríe Wolf, “casi no hablaba inglés, pero mi abuelo insistió en que abriera aquí la fábrica”.

El sur de Irlanda fue elegida como la nueva ubicación para la fábrica Design Philipp (como era conocida entonces) ya que era relativamente barato y había préstamos disponibles. Sin embargo, encontrar trabajadores fue difícil, de modo que la base de manufactura fue trasladada a Llanelli en Gales en 1967, con las oficinas principales en 35 Bond Street, Londres.

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LA PLANTA DE PRODUCCIÓN

Al dejar la escuela, Wolf no tenía deseos de trabajar en el negocio familiar, aunque recuerda que amaba la fábrica. Luego de vivir en Suecia por un año, comenzó un curso de negocios en el Politécnico de Southbank, pero se salió cuando se dio cuenta que estudiar no era para él. Luego de un breve descanso como sobrecargo, el padre de Wolf le sugirió trabajar en la compañía como representante de ventas principal antes de hacer lo que se esperaba de él en la fábrica, aprendiendo el proceso de la manufactura.

Para cuando Wolf llegó a sus veintitantos años, el negocio estaba volando alto con cajas de madera fabricadas en Suecia y las de plástico por inyección en Gales. Un momento cumbre que Wolf recuerda se relaciona con la primera reunión de Ronald Reagan con Margaret Thatcher en 1975, antes de que se convirtieran en presidente y primer ministro de sus respectivos países.

Era costumbre para los dignatarios intercambiar pequeños regalos y mientras que él le dio a ella un dólar de plata, ella le obsequió un par de mancuernillas en una caja de presentación Design Philipp.

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Un viaje a la subsidiaria de la empresa en Chicago, en 1987, hizo que Wolf persuadiera a su padre de dejarle dirigir la pequeña empresa en E.E.U.U., donde rápidamente ganó camino en el país trabajando con vendedores que iban desde pequeños independientes a los poderosos de Saks Fifth Avenue y, en 1992, gracias a la combinación del clima, la playa y su primera esposa, Wolf se reubicó en California, donde la empresa está aún establecida.

Mientras avanzaban los años 90, las fábricas de Suecia y Llanelli –alguna vez los más grandes productores de cajas de presentación de Europa, que producían para Rolex, Omega, Longines y fábricas de grandes ingresos como Sekonda, H Samuel, Argos y Ernest Jones– comenzaron a sufrir debido a los nuevos proveedores de Asia.

UNA DURA LECCIÓN

La producción en Asia permitió a Wolf experimentar. “Trajimos nueva construcción y funciones, así como materiales como la piel, lo cual muy pocos fabricantes en Estados Unidos estaban usando en la época”, dice.

“Comencé a entender los beneficios de ser un negocio con 180 años de antigüedad, de quinta generación, con una herencia real. Volteé hacia los años 50, hacia Procter & Gamble y Coca-Cola, y cómo una mercadotecnia inteligente los llevó a construir lealtad de marca. Me di cuenta que teníamos todos los ingredientes correctos; sólo debíamos limpiarlos y usarlos”.

Uno de los más grandes cambios fue el nombre y el logo, un trabajo que requirió de seis meses dando como resultado “WOLF”. Como explica el dueño de la empresa: “Un lobo es un animal tanto solitario como de manada, así que es fácil identificarse con él. Te atrapa y quieres saber más.

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WOLF: FUERA DE LO COMÚN

Hoy, una gran parte del negocio de WOLF son cajas que dan cuerda a los relojes.

“Hablando de ingresos, estamos en un 40 por ciento con cajas de relojes y un 60 por ciento con las de joyería”, dice Wolf, agregando que él cree que la demanda por sus cajas de reloj aún está en sus primeros pasos.

“Todo se trata del conocimiento —dice— y hay un punto cumbre del cual me voy a asegurar de estar al frente. Si compras zapatos hay suplementos –lustradores, protectores y demás–. Esto no pasa aún en el mundo relojero, pero va a pasar; y cuando ocurra, estaré ahí.

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“Hemos trabajado duro en construir una reputación de confianza y valor. La tecnología que controla nuestras cajas para dar cuerda a los relojes es un complejo algoritmo que asegura los giros correctos por día y en las fases de descanso. El chip de computadora dentro de una WOLF calibra las complicadas funciones internamente, la interfase del usuario es simple: botones y perillas con lectura digital que confirma donde está el mecanismo de cuerda en su ciclo de 24 horas de actividad y etapas de reposo”.

Hoy, WOLF está basada en Los Ángeles, Hong Kong y Brighton, Reino Unido. En los últimos tres años el abastecimiento ha sido a través de las instalaciones del almacén de WOLF en California.

Además de vender más de 100,000 cajas de relojes al año –un número que crece cada vez más–, la empresa también ofrece humidificadores, cajas de plumas y de casino que caben en un sistema modular de apilamiento de relojes y máquinas para darles cuerda, así como rollos de relojes, almacenamiento de joyería y regalos especializados.

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