La cultura de las formas de Cartier

El poder embelesador de las formas de Cartier queda definido en sus cuatro grandes colecciones: Santos, Tank, Panthère y Ballon Bleu.

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Santos, aventura y color

Cartier ha dejado una impronta indeleble en la historia del mundo contemporáneo. Abarca ámbitos tan disímiles como el arte y la joyería o la relojería y el diseño. Su influencia en el mundo del lujo trasciende culturas, gracias a su valor artístico y diseños originales, a los que se suma una relojería depurada y fascinante. Lo curioso es que el iniciador de todas estas leyendas —el Santos de Cartier— es también responsable de algunos grandes hitos de la industria, desde ser considerado el primer reloj de pulso hasta convertirse de paso en el primer reloj de pulso creado para un fin profesional específico: el vuelo en máquinas más pesadas que el aire. Y lo curioso es que lo hizo rompiendo los convencionalismos estéticos que rigen, incluso, al día de hoy.

El legendario y centenario Santos de Cartier  tuvo sus orígenes en 1904, cuando Louis Cartier creó un reloj para su buen amigo, el aviador brasileño Alberto Santos-Dumont. El Santos de Cartier fue nombrado oficialmente y lanzado en 1911 con una forma similar al de la creación de 1904. El reloj cambió de estilo a lo largo de los años, incluido el Santos producido con un brazalete de oro y acero en 1978. Este hecho merece detenernos un poco para comprender del todo la nueva generación de Santos y las geniales referencias Santos Blue que adornan estas páginas.

La casa francesa es bien conocida desde hace décadas, especialmente entre la realeza, la aristocracia y los coleccionistas de arte y objetos finos, por sus joyas —especialmente las creadas bajo la gestión de Jeanne Toussaint, directora de joyería fina de Cartier a mediados del siglo pasado— y los relojes, protagonistas de la cultura horológica por muchas generaciones. Pero no fue sino hasta los años setenta y ochenta cuando Cartier dio un verdadero paso adelante para expandir y fortalecer su imagen con el público en general. Tank y Santos tienen todo que ver con ello.

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Las dos ejecuciones del Santos de Cartier Blue, que estrenan un bisel en PVD azul, carátulas en tonos plateado o azul y brazalete o correa de caucho con sistema de cambio fácil QuickSwitch.

Un cambio en la visión de la maison a finales de los años setenta propició que Cartier fuera accesible a un público más amplio. En 1978, el entonces director de marketing de Cartier, Alain Dominique Perrin, tuvo la ingeniosa idea de lanzar un reloj deportivo asequible, basado en el legendario «Santos Dumont». El reloj debía atraer a un público más joven y adaptarse a diversos estilos de vida. La solución llegó con la fórmula del acero, un material con el que Cartier no había trabajado antes en sus relojes. Sin embargo, para dar al nuevo marcatiempos una sensación de lujo, Perrin y su equipo decidieron lanzar el modelo en acero con detalles en oro.

Una combinación atrevida, ya que la mezcla de acero y oro no era habitual en aquella época. Cartier fue una de las primeras empresas en encabezar esta nueva tendencia. Así, el Santos nació en realidad para ser un reloj bicolor. No ha habido muchos relojes desde entonces, incluso en Cartier, que luzcan tan bien en dos tonos como el Santos.

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El impecable brazalete del Santos de Cartier, con sus precisos eslabones rectangulares, expande el impacto del diseño del reloj. El sistema QuickSwitch de cambio rápido facilita la personalización.

Toques en azul

Desde su introducción en 2018, el Santos de Cartier (la generación presente) ha sido el mejor ejemplo de un reloj deportivo de lujo de la marca. Con su interesante mezcla de diseño tradicional, me atrevería a decir que es emblemático, con elementos desenfadados y robustez general; desde entonces, se ha visto en varias ediciones diseñadas para añadir un toque de atrevimiento a la colección. En esta temporada, se presenta con un nuevo bisel revestido de azul y con nuevas carátulas, todas ellas con un inédito diseño estriado que hace destacar el diseño.

El clásico Santos de Cartier es un reloj deportivo de lujo y desenfadado pensado para el uso diario. De ahí que la relativa robustez de la caja, sus modernas dimensiones y su decente estanqueidad lo conviertan en un Cartier para toda fecha y momento. En este sentido, también es un gran vehículo para las combinaciones de colores y los contrastes, logrados a partir de los múltiples elementos de su caja.

En el marco de la colección 2022, Cartier lanza nuevos modelos con varias evoluciones, además de los nuevos colores del dial. Partiendo del modelo grande de acero inoxidable —con 39.8 mm de ancho, 47.5 mm de largo y 9.37 mm de alto—, la casa ha añadido un nuevo bisel. Por primera vez, el Santos de Cartier tiene un bisel estampado con ranuras horizontales y está recubierto de PVD azul para lograr un llamativo contraste. Los tornillos funcionales del contorno se han mantenido en acero sin revestimiento para intensificar el contraste técnico.

Las carátulas del Santos Blue también son nuevecitas. Basándose en el mismo concepto que el bisel, presenta una zona central con ranuras horizontales. Las clásicas manecillas azules han sido sustituidas por otras más grandes y luminosas. El dial está disponible en azul oscuro cepillado, a juego con el bisel, o en plata cepillada, a juego con el acero de la caja. En ambas versiones, el reloj es totalmente bicolor.

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Santos de Cartier Blue, una moderna y vibrante interpretación con profundos tonos azulados del gran clásico.

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Uno de los grandes aspectos del Santos de Cartier cuando fue revisado en 2018 fue la incorporación del sistema QuickSwitch, que permite cambiar entre el brazalete y la correa de caucho sin necesidad de herramientas. El concepto se ha mantenido y estos nuevos modelos se entregan tanto con un brazalete de acero con cierre desplegable como con una correa de caucho azul que imita el aspecto del brazalete.

Los nuevos Santos Blue funcionan gracias al Calibre 1847 MC, un movimiento automático introducido por primera vez en el Clé de Cartier de 2015 y producido por la manufactura ValFleurier del grupo.

Panthère, una joya que consiente los sentidos

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Panthère de Cartier en modalidades pequeñas de oro rosa de 18K con dial borgoña y bisel engastado y acero con dial gris. En ambos casos, se acompañan del impresionante, suave y maleable brazalete de cinco eslabones.

Aunque la pantera ha sido un motivo característico de Cartier desde 1914, el reloj Panthère, tal y como lo conocemos hoy, hizo su debut en 1983. Con su elegante caja cuadrada, su flexible brazalete de cinco eslabones y su emblemática carátula, el Panthere hacía explotar todo el glamur que caracterizaba a los años ochenta. Junto con el eterno Tank, Panthère es la rúbrica más imponente de la relojería con intenciones femeninas.

La pantera se utilizó por primera vez en una acuarela encargada por Louis Cartier en 1914 (Mujer con pantera, de George Barbier) y al Sr. Cartier le gustó tanto la imagen que pronto se convirtió en el símbolo de la marca; poco después aparecería el primer Panthère horológico, un reloj de pulsera, engastado con ónice y diamantes. La pantera representa el poder y elegancia de las creaciones de la marca. El motivo de la pantera aparece en numerosas pulseras, relojes y otras piezas de joyería. El felino simboliza las creencias clave de la empresa: feminidad feroz, despreocupación y empuje. Como confirmación del concepto e integración práctica al producto relojero, los brazaletes de multieslabón de los relojes se asemeja al movimiento grácil y elegante del animal. Enseguida ahondaremos en ello.

Presentado por primera vez en 1983 durante el apogeo de la opulencia, el Panthère fue alabado por su elegante diseño, su cierre oculto y su pulsera de eslabones múltiples. Rápidamente se convirtió en un gran éxito entre el «quién es quién», tanto para hombres como mujeres, signo inequívoco que —de nuevo— confirma que todos los relojes de forma de Cartier apelan a todos los géneros y personalidades. El reloj fue un gran lanzamiento para Cartier en una época en la que los relojes eran cada vez más asequibles, y se convirtió en una colección casi heroica que confirmaba su posición en la realeza de la horología preciosa y exclusiva. Entonces estuvo disponible en diversos tamaños, en opciones de dos tonos y de oro amarillo (con un modelo de acero introducido en 1991). Panthère desapareció a principios de la década de los 2000, dejando un hueco en la línea de Cartier, hasta ahora.

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Si bien su forma familliar cuadrada y detalles que le acompañan —como las guardas de la corona— lo identifican de golpe, el flexible brazalete es la más grande rúbrica de Panthère de Cartier.

El brazalete de cinco eslabones del Panthère está en otro nivel cuando se le compara con las propuestas más pragmáticas de relojes como el Tank Française, por ejemplo. Los eslabones entrelazados añaden un toque formal al reloj, a la vez que lo hacen cómodo de llevar durante todo el día. La manera en la que envuelve la muñeca y la reflectancia de cada uno de sus minuciosamente pulidos eslabones encadenados lo equipara a un ágil felino que se desliza entre las sombras de la jungla. En buena medida, la ingeniería del brazalete de Panthère sirvió de escuela para los brazaletes de la marca que le seguirían, y entre ellos incluyo los del increíble Maillon que conocemos de hace un par de años.

Cada detalle del delicado reloj lo destacada incrementalmente, como la clásica carátula, ahora en nuevas y diversas tonalidades —incluyendo nuevos colores muy terrenales, como gris y borgoña—, los marcadores de hora con números romanos, las manecillas azules y el bisel cuadrado salpicado de ocho tornillos expuestos. Como remate caprichoso, la firma secreta «Cartier» se ubica en el numeral romano «X». 

Panthère es audaz, sobrio y utilitario. Esta es la razón por la que atrae a tantas personas. Actualmente, el reloj está disponible en tamaños pequeño (22 mm) y mediano (27 mm), en oro rosa, oro amarillo, acero y bicolor. Hay algunas otras versiones que  empiezan a adentrarse también en el territorio de la alta joyería.

Tank, sinónimo de pureza

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A la izquierda el nuevo Tank Must en caja de acero y dial negro es perfecto. A la derecha un contraste de excepción. Tank Louis Cartier en oro 18K y dial gris con grabado electroquímico y Tank Must en oro rosa 18K y dial negro.

Cuando el Tank Must fue presentado por primera vez en 1977, fue diseñado para brindar una sensación de elegancia a las masas y acercarlas más a esos ámbitos de opulencia brillante y soleada tan propios de la aristocracia europea. Pero eso comenzó a cambiar durante el período conocido como Les Trente Glorieuses («Los treinta gloriosos»), una frase utilizada para describir el período de 30 años posterior a la Segunda Guerra Mundial cuando Francia vivió una creciente prosperidad económica. De repente, los artículos de lujo eran atractivos y asequibles para una mayor parte de la población, y Cartier se encontró con una nueva base de clientes de clase media alta a quienes podía vender sus productos.

El Must sigue el espíritu estético del primer reloj Tank que Louis Cartier diseñó en 1917. El diseño original pretendía evocar un vehículo de combate militar visto desde arriba: rectilíneo y puro, elemental, utilitario, contundente. El Tank fue revolucionario en su rechazo a los relojes con estereotipos de género; no era para hombres ni para mujeres; era para cualquiera que apreciara el buen diseño. Y eso es cierto —hoy y siempre— para todo reloj de Cartier.

El Must es fascinante, a pesar de su aparente delicadeza. A diferencia de las otras variedades Tank que tienen su propio atractivo y definiciones estéticas, la mejor cualidad del Must es la moderación. Las carátulas de las piezas Must presentadas el año pasado se presentan en colores intensos de finales de la década de los setenta y principios de los ochenta: burdeos profundo, azul marino y esmeralda. Y hoy se suma una referencia —en dos tamaños— con dial negro en cajas de acero u oro amarillo. Su corona, rematada con una espinela azul puntiaguda, es discordante con el resto del reloj, pero funciona de una manera extraña como contrapunto a todo lo demás. El diseño es clásico sin sentirse anticuado y moderno sin sentirse austero.

Tank Louis Cartier, elegancia impecable

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El Tank Louis Cartier es considerado como la corona de la gama. Su enriquecida propuesta de rasgos de Art Déco comienza con sus cajas en oro, pero hoy se ve magnificada con las nuevas carátulas con grabado electroquímico y la recatada estilización de sus índices.

El reloj Tank es un ejemplo de atemporalidad absoluta. Su forma esencial enmarcada con sus barras (mejor conocidas como brancards) traza un rectángulo limpio que «absorbe» la correa y abre el camino a muchas versiones diferentes. En 1922, el diseño original del Tank fue reelaborado: se alargó la caja, se refinaron los brancards y se suavizaron los ángulos. Así nació el primer Tank Louis Cartier, con sus líneas más refinadas. Este es el modelo que se convirtió en la joya de la corona de la colección Tank y la mayoría de la gente lo considera el Cartier Tank definitivo.

De una manera muy parecida a la ocurrida con el Must, en 2021, este año Cartier presentó un reloj Tank Louis Cartier cuya carátula presentaba el motivo del «rectángulo dentro del rectángulo» que apareció por primera vez en un reloj Must de Cartier de los años ochenta. Este año, el reloj Tank Louis Cartier aporta una nueva elegancia radical animada por la intensidad de las carátulas monocromáticas: el rojo, color emblemático de la maison, y el gris antracita, tono tomado de la paleta relojera de Cartier. Además, se ha refinado aún más: de las doce marcas horarias clásicas, sólo quedan cuatro y la vía minutera está ausente. Pero la aparentemente monocromática cara ofrece una nueva sorpresa.

El nuevo reloj Tank Louis Cartier revela, según la luz y la forma en que se mire, una vivacidad rica en matices y profundidad. Para conseguir este efecto, los artesanos relojeros de Cartier han utilizado —por primera vez en la rayectoria de la casa— una innovadora técnica de grabado electroquímico que permite realizar trazos geométricos de muy alta precisión. Estas marcas casi invisibles, realizadas en diferentes direcciones, forman un conjunto de secciones y zonas que recrean el patrón gráfico que aparece en la carátula de un reloj Cartier Must de los años ochenta. El grabado crea efectos de reflexión y variaciones ópticas que modifican nuestra propia percepción del color.

Ballon Bleu, de Cartier, la eternidad de los círculos

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Divertidas y despojadas de cualquier definición de género, las nuevas modalidades enjoyadas de Ballon Bleu de Cartier manifiestan una concepto puro y desenfadada que aprovecha al máximo los atributos geométricos que definen su esencia.

En la segunda mitad de 2022, Ballon Bleu presentará nuevas y muy vistosas referencias. reiterando su relevancia en el lexicón de diseño relojero contemporáneo de Cartier. Los Ballon Bleu ilustrados en esta página se ofrecerán en medidas de 36 y 33 mm y destacan por sus encantadoras carátulas plateadas adornadas por 21 diamantes aplicados en un diseño expansivo, el estilizado índice «XII» en oro rosa 18K, así como  los 38 puntos de oro rosa 18K y los precisos índices de latón instalados a lo largo de la vía minutera.

Ballon Bleu de Cartier fue creado en 2007. Llevado tanto por hombres como por mujeres, esta joven colección se ha convertido rápidamente en un éxito redondo (perdone el retruécano) y en un icono de Cartier. Tanto en sus modelos de alta relojería como en las preciosas versiones de joyería, el Ballon Bleu ha inspirado a Cartier para crear numerosas variantes en brazaletes de metal o correas de cuero, poniendo de manifiesto la gran versatilidad de su geometría.

Es razonable afirmar que su forma evoca la de un globo aerostático, y ello a su vez nos recuerda las máquinas voladoras de Alberto Santos-Dumont. La idea de un gran círculo sostenido por finos hilos fue la imagen que rigió su creación y lanzamiento. ¿Por qué «bleu» (azul)? Quizá por su sonido melifluo. En cualquier caso, el Ballon Bleu tiene el nombre más poético de todas las gamas de Cartier.

La inconfundible colección Ballon Bleu sigue siendo muy popular. Su amplia carátula circular y su cabujón azul, una piedra preciosa meticulosamente tallada y pulida a la perfección, incrustada en la corona, lo distinguen. Pero vale la pena hacer un señalamiento: el Ballon Bleu es un icono de Cartier, mas no es el único reloj redondo. Mención especial merece el Ronde, la expresión más pura del círculo y un valor fabuloso dentro de la relojería de Cartier. En tanto Ballon Bleu es poesía horológica que evoca el incesante paso del tiempo, Ronde es una expresión aterrizada y pragmática para marcar cada momento. Una vez más, las formas de Cartier nos invitan a encontrar nuestras propias definiciones y estilos para descubrir lo que nos mueva y nos despierte emociones.  Ballon Bleu personifica la visión única de la casa y sus cuatro focos de creación: la pureza de la línea, la precisión de las proporciones, los detalles preciosos y la exactitud de la forma.

Ballon Bleu de Cartier encarna la pureza de las líneas presentando un círculo dentro de un círculo. Tiene una construcción monobloque, en la que las asas y la tapa de la corona se funden en la caja central para crear la forma de la caja. Este elemento es, con mucho, el rasgo que identifica al cien cada Ballon Bleu. Su aparente sencillez revela una compleja combinación de formas circulares y esféricas que se entremezclan con diferentes volúmenes. Ballon Bleu es una escultura funcional, dado que sus detalles son el resultado de la intuición estilística que explora la estética y la experiencia técnica.

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Visto desde arriba, la caja es redonda, las asas son cortas y el bisel es generosamente convexo. La corona incrustada genera una protuberancia que se refleja en el diseño y acabado a guilloché del dial. Pero el Ballon Bleu es algo más que un círculo. Hay que darle la vuelta para ver el efecto completo. De perfil, su forma lenticular parece un guijarro perfectamente liso. El cristal y el bisel forman una curva ininterrumpida que continúa en el fondo de la caja, que está curvado exactamente de la misma manera. El Ballon Bleu es simétrico en tres dimensiones, inspirándose en algunos de los códigos estéticos más antiguos. El modelo confirma que, a lo largo de su historia, Cartier halló la manera de que formas geométricas tan esenciales como el círculo, el cuadrado y el rectángulo cobren vida y, de paso, causen un impacto en las nuestras. La cultura de las formas de Cartier no es otra cosa que una admirable lección de arte vivo trasformado en una pequeña máquina del tiempo. 

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El rasgo único de Ballon Bleu —su alojamiento circular para la corona incrustado en la caja— encuentra eco en las grafías del dial.